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Gabriela Herrera

Dedicado a mis hijos: Carta #2


Usabas chupón y un día te lo quité, creo que me dolió más a mi que a ti porque te veías tan hermos@, tu carita cambiaba y con tus grandes ojos me agradecías en silencio haberlo encontrado. Sin embargo llegó un momento en el que ya no debías usarlo para no afectar tu dentadura o porque ya eras mayor.

Usabas un trapo o manta para dormir, cualquiera de todos los blancos que llegamos a tener. Primero yo te lo acercaba y después tu lo elegías; un día uno de los delgaditos y al otro uno de los gruesos. Lo colocabas en tu cuello, olfateabas su aroma y de pronto todos tus miedos se iban al tenerlo contigo. Te veías tan segur@ con ese trapito y era tu fiel compañero pues iba contigo a todos lados, incluso a algunos viajes. Llegó un día en el que te lo quité porque al parecer nuevamente ya eras mayor.

Después dormías con tu perrit@ ese que tanto te gusta y quien te acompaña en momentos importantes. Te observo y te ves tan tiern@ abrazando ese muñeco que hace un tiempo era casi de tu tamaño. Recuerdo aquel tiempo en el que tu cuerpo cabía perfectamente en mi pecho, la suavidad de tu piel, tu aroma a bebé, aquel tiempo en el que pedías mis brazos buscando un consuelo y aspirabas mi aroma para quedarte acostad@ encima de mi escuchando los latidos de mi corazón o alguna canción que te cantaba.

Te ves tan hermos@, duermes tranquil@ y segur@. Observo tus pies sorprendida de cuanto han crecido y no puedo creer el largo que ahora tienen tus piernas.

El tiempo está pasando muy rápido y sé que llegará un momento en el que, en esta ocasión, seas tú quien decida dormir sin ese muñeco, en el que no necesites tanto mis brazos ni mis besos, en el que poco a poco deje de ser tu punto base o de encuentro.

Sé que estamos cerca del momento en el que sea yo quien te observe a cada minuto, que quiera cuestionar y saber todo de ti, que quiera acompañarte para asegurarme que estarás bien pero tendré que conformarme con mantenerme ahí presente para que no olvides que mamá sigue estando aquí para ti, para escucharte, para abrazarte, para impulsarte. Estaré ahí extrañando a es@ bebé que un día fuiste pero estaré agradecida por cada minuto que esté junto a ti como siempre lo digo: Siendo testigo de tus pasos.

Mis niños los amo. Gracias por hacer cada día a su manera, una aventura. Gracias por darme los mejores regalos envueltos en un abrazo que me rodea con sus bracitos pequeños, plasmados en hojas llenas de colores y figuras y por derretir mi corazón con un “te amo mamá”.

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