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De bebé a toddler: Feliz cumpleaños #2


Hoy mi bebé le da la bienvenida a los terribles 2 y oficialmente deja de ser bebé y es más bien un “Toddler”.

Parece que fue ayer cuando su hermana nos empezó a bombardear con la idea de que había llegado el momento de convertirse en hermana mayor. En un principio era gracioso y aunque los dos queríamos tener otro hijo, sentíamos que nunca era el momento. Antes de ser mamá (¡ja!), yo siempre pensé que mis hijos se llevarían dos años y que tendría tres hijos.

Cuando mi niña cumplió 1 año 3 meses me di cuenta que si quería que se llevaran dos años, me tendría que embarazar ¡ya! y entonces los dos decidimos que aún no era el momento. Cuando cumplió tres, supimos que el momento había llegado.

*Así anunciamos a familiares y amigos la gran noticia.

A diferencia de mi primer embarazo, en este nos enteramos días antes de que hubiera un retraso pues me sentía “rara” y desde ahí supe que algo había algo diferente, pues con la niña las pruebas salieron negativas hasta más de una semana después del retraso.

En este embarazo tuve muchísimo sueño y me podía quedar dormida parada, náuseas y vómito desde el día uno hasta los 5 meses y se me antojaba todo lo que tuviera carne roja.

Pensaba que si el bebé era niña, mi vida sería muy práctica con dos princesas, pero en el fondo sabía que era hombre.

Aparte de TODOS los achaques típicos también tuvimos algo diferente que nos acompañó la mitad del embarazo: miedo.

No entraré en muchos detalles, pero al segundo mes mi ginecólogo el doctor Daniel Humberto Méndez Lozano (a quien recomiendo ampliamente ya que es un excelente médico) notó que la placenta estaba baja, lo que desencadenaba otros problemas. Mi médico nos explicó los diferentes panoramas y su recomendación fue tomar progesterona, me permitió seguir trabajando siempre y cuando disminuyera el ritmo, que procurara no moverme mucho y estar tranquila. Inmediatamente lo platicamos también con el pediatra de mi hija y quién atendería a nuestro bebé al nacer, el doctor Alfonso Mazatán Dávila (médico al que también recomiendo ampliamente y al que como familia queremos mucho) y él nos explicó los riesgos al tener este tipo de placenta y cual sería el mejor escenario para el bebé.

El saber que estás en buenas manos, con médicos de toda la confianza, con los cuales puedes contar las 24 horas, sirve para que el miedo disminuya y sirve para confiar que cada uno desde su especialidad, cuida a sus pacientes.

En mi trabajo yo tenía que subir no sé cuantos escalones, creo que más de 50, para llegar a mi oficina que estaba en el tercer piso. Me ayudaron a acomodar todas mis clases en ese mismo piso, por lo que en la mañana subía (casi con grúa) y de ahí no me movía hasta la hora de la salida. Por la tarde decidí tener reposo casi absoluto.

La verdad es que el que fuera niño o niña, dejó de ser relevante en el momento en el que estaba la vida de mi pequeño de por medio y lo único que quería era llegar al tercer trimestre. Así que cada día que pasaba, era un pequeño paso hacia la meta.

Al cumplir la semana 17 mi doctor nos dio la noticia de que tendríamos un niño.

A los cuatro meses y medio nos dio la noticia que la placenta había subido, por lo cual disminuían los riesgos que nos había planteado y el bebé podría llegar a término sin problema. Por fin respiramos tranquilamente, estábamos fuera de peligro.

Sin embargo, algo dentro de mi sabía que las sorpresas no habían terminado y presentía que este bebé se iba a adelantar por mucho, ya que desde mi panza era un remolino que no dejaba de moverse y lo hacía incluso mientras yo estaba dando clase. Traté de apostar con mi ginecólogo pero no quiso.

En la semana 36 un día me sentí muy mal y supe que algo no estaba bien. El día avanzó hasta que sentí un dolor en la espalda baja, algo que expliqué como: “siento que me estoy partiendo en dos” y la respuesta de mi mamá fue: “yo creo que ya te vas al hospital, son dolores de parto”. Le dije que no, porque no tenía contracciones (aún).

Una hora después, aparecieron las temibles contracciones y no disminuyeron ni con medicamento, al contrario aumentaron en intensidad y frecuencia (descargué una app en donde le picaba cuando iniciaba y cuando terminaban). Y así fue como a las 9 de la noche nos fuimos al hospital a recibir a nuestro bebé, dejando a mi chiquita muy entusiasmada porque ya iba a nacer su hermano y porque haría pijamada con su abuela.

Las contracciones las pasaba en medio de ataques de risa (si algunas de las más fuertes me daban risa yo creo que de nervios) y como se volvieron tan frecuentes, un momento me cuestioné si era la misma todo el tiempo o era una nueva, porque había un momento en el que sentía que todavía no terminaba una cuando ya estaba empezando la otra (auch).

Tuvo que ser cesárea igual que la vez anterior, pero esta vez todo fue más real. Sabía que estaba en manos de un excelente equipo de médicos, platiqué mucho con el anestesiólogo (siempre hay que hacerse amiga de él), enfoqué todos mis sentidos a vivir el momento e incluso le dije a mi esposo que ya lo iban a sacar (en la cirugía de la niña no le permitieron entrar al quirófano) antes de que el doctor nos lo dijera, porque sentí el sutil movimiento que hacen los doctores para “bajar” al bebé, ese movimiento en el que sientes que alguien se está apalancando contra un gato hidráulico oxidado (¡broma doc!) ((not)).

Y entonces escuchamos su llanto, ese llanto que me llenó los ojos de lágrimas de felicidad por haber logrado juntos llegar a ese momento, aunque no haya sido precisamente a término.

Lo pusieron muy guapo y me lo presentaron. Era tan pequeñito y largo, lloraba tan fuerte y sentir su piel contra la mía hizo explotar mi corazón de felicidad y de amor. El pediatra nos dio la gran noticia que estaba en perfectas condiciones y que no necesitaría estar en incubadora (aquí sentí un gran alivio ya que yo fui prematura y estuve dos meses en la incubadora).

Al día siguiente lo pusieron más guapo y lo llevaron a mi habitación. Por fin pude cargarlo y tenerlo entre mis brazos, observar cada facción, cada detalle de su cuerpo, olerlo y decirle cuanto lo amaba.

*Foto de mamá con mucho dolor la herida y que llevaba 48 horas despierta.

Minutos más tarde llegó mi hija y el momento de su “encuentro” lo tengo grabado en mi memoria. Mi hija estaba realmente sorprendida, me preguntó: ¿Es él?, mientras se acercaba a verlo y a darle un beso. Fue un momento maravilloso y lleno de suspenso, pues no sabía como reaccionaría ella al hecho de ya no ser la única. Pero lo que descifré en su mirada, fue mucha curiosidad y ternura que le despertaba ese pequeñito envuelto en una cobijita amarilla.

Así fue como empezamos este viaje con mi segundo hijo, el cual vino a llenar a esta familia de más amor, energía y adrenalina y el cual vino a subirse nuestro tren, a adaptarse a nuestras rutinas, para después romper todos los esquemas.

Hijo mío:

El que estés en nuestras vidas es producto de un milagro y de tu fortaleza, pues desde tan pequeño parece que te aferraste y no me soltaste. Mi vida contigo es divertida, muy movida y llena de amor porque cuando quieres, eres el hombrecito más cariñoso, dispuesto a llenar de besos y abrazos a tu mamá (sobre todo si me quieres contentar). Contigo pasamos del rosa, los brillos y las princesas, a los colores vivos, a los juguetes de acción y a estar en constante movimiento.

Hoy cumples dos mi bebé, mi toddler, mi remolino, mi minion y doy gracias por tu vida, por tus ocurrencias, tus caritas de chantaje-sufrimiento, tus intentos de comunicación cuando no salen las palabras correctas, tus risas de travesura, tus llantos para que te tenga compasión, tus juegos, tus carcajadas y tus besos.

Llegaste a este mundo con una entrada triunfal cuando nadie nos lo esperábamos y fue solo para demostrarnos la determinación que tienes y también que tienes tus propios tiempos, no antes, no después, siempre a tu propio ritmo.

Quiero estar siempre a tu lado para levantarte, impulsarte o simplemente ser testigo de cómo lo haces.

¡Te amo mi niño! ¡Feliz cumpleaños!

 

¿Quieres saber un poco más sobre los niños de 2 años? Aquí te dejo unos links que te pueden ayudar.


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