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El verdadero postparto: 1) El fantasma de la depresión postparto.


Cuando era estudiante en la facultad de psicología, en el séptimo u octavo semestre llevamos una materia que hablaba del embarazo y postparto y ahí fue cuando me familiaricé con este temido término. Para el examen final, éramos unas expertas en lo que sucede en ese momento y creo yo, que fue en donde me quitaron la venda de los ojos de lo que yo creía que era el momento más dulce, feliz y tierno después de los 9 mese de espera, tener por fin a tu bebé en brazos.

Aprendí todo lo que sucede emocionalmente con la mujer, entendí el desajuste hormonal y entonces me hizo sentir empatía por cada mujer que iba a visitar al hospital después de tener a su bebé y desde dentro de mi aplaudir en señal de “VAMOS, TU PUEDES CON ESTO, ÁNIMO!”

Como en todo, hay personas a las que les pasa de noche y no se enteran. Hay otras a las que nos dura unos días y algunas otras que les dura meses o años.

Yo describo la depresión postparto (DPP) como un fantasma porque lo que yo sentí (sobre todo la primera vez), fue como si hubiera estado ese fantasma a lado de mi, observándome, conociéndome, detectando mis debilidades, mis más grandes temores y de repente aprovechó el momento para instalarse cómodamente y comenzar a hacer estragos.

Al principio me sentí una mujer sin ninguna emoción dentro, no había alegría ni tristeza, tampoco rabia, no sentía hambre, no sentía sueño pero quería tener los ojos cerrados y la única idea que me agradaba era acostarme en mi cama y no pararme ahí nunca. (¿Vieron inside out? Algo parecido a lo que le sucede a Riley).

Horas después, empecé a sentirme como robot, que hacía las cosas de forma autónoma sin crear conciencia de lo que estaba haciendo. Cargar a la bebé, intentar darle pecho para alimentarla, como no producía leche (tema para más adelante), continuar alimentándola con fórmula, colocar la mantita en mi hombro, hacer que repitiera o eructara, cambiarle el pañal, acostarla y esperar que pasara el par de horas para repetir la hazaña.

Aunado a esto, el día que me empecé a sentir así (quinto día de nacida de mi hija), empecé con un fuerte dolor de oído que me llevó al doctor y resultó ser una infección de oído y garganta, lo que interrumpió unos días la lactancia materna y me hizo sentir la peor madre del mundo. Afortunadamente los medicamentos hicieron su magia en cuanto a la infección, pero el fantasma seguía instalado en mi.

Como psicóloga me auto diagnostiqué con DPP y me repetí a mi misma que no me preocupara, pero que si notaba que seguía sintiéndome así, le hablaría a mi médico.

A la semana el fantasma empezó a sentirse incómodo y los estragos que causaba eran menores, una que otra crisis de llanto e insomnio. Mi esposo se ganó una medalla, trofeo, diploma, carita feliz y aplausos, ya que me ayudó mucho a no perderme dentro de mí, a alimentarme, a descansar y a despejarme.

Este es un tema, del que en mi país, no se habla mucho o incluso en algunos lugares es un tabú. He detectado que en ocasiones las mismas mujeres somos las que juzgamos o nos burlamos diciendo que eso no existe, que de seguro la nueva mamá solo está demandando atención.

Pues bien, si existe y a cualquiera nos puede pasar, para ser exactos 1 de cada 7 mujeres puede padecerla según la APA (American Psychologycal Association).

Mi segundo post parto fue diferente, creo que por una parte porque ya sabía lo que vendría al llegar un bebé a casa. Mi mamá al visitarme me decía vete a dormir yo lo cuido y yo, antes de que terminara la frase, ya estaba “corriendo” a la cama de mi hija para aprovechar esa siesta maravillosa.

Desconozco que fue lo que cambió entre un post parto y el otro pero fue más llevadero el segundo. Tengo amigas que al contrario, en el segundo o tercer postparto han sentido más ese fantasma y me dicen creen que es por tener, aparte de un recién nacido, otras personitas que atender.

Para cerrar mis consejos para otras madres son:

Analízate. Piensa cómo te sientes, las reacciones que tienes e identifica los síntomas (dejo link al final).

¿Te sientes fuera de ti? Aférrate con uñas y dientes a los aspectos que te hacen ser tú, háblalo con tu pareja, con tus familiares, ábrete y expresa como te sientes. Si es necesario aléjate un poco del bebé y pide que alguien más se haga cargo por un momento.

Háblalo con tu médico. No tengas miedo de decírselo, ellos son los expertos y los que mejor pueden asesorarte.

Pareja, involúcrate. Es muy importante si tienes pareja que se involucre, ya que la paternidad es compartida y no sólo es asunto de la mamá. Entre dos, todo fluirá mejor.

No te exijas de más. No te presiones tanto, acabas de tener un hijo y es una tarea desgastante físicamente porque tu cuerpo se está recuperando y emocionalmente porque estás en una montaña rusa en la que por momentos te lo pasas de lo lindo desde lo más alto contemplando el panorama y queriendo capturar esa imagen en tu mente para siempre, desbordando amor por esa personita que tienes en brazos y en otro momento te sientes en caída libre, perdida, desorientada, angustiada, triste.

Llora si lo necesitas. Estás cansada y con los sentimientos a flor de piel. A veces el soltar unas cuantas lágrimas nos ayuda a encontrar paz por un momento.

Hidrátate. Perdemos muchos líquidos con el parto y es necesario recuperarlos. El hambre la sentimos cuando nuestro estómago hace un ruido, pero la sed tendemos a no identificarla tan fácilmente. Te recomiendo tomar muchos líquidos, la mayor parte agua simple, toma también agua de frutas, infusiones, sopas o caldos que además te darán un apapacho al alma.

Date un tiempo para ti. Cuando el bebé duerma alguna de sus múltiples siestas, aprovecha ese momento para ti. Báñate tranquilamente (con el monitor a lado de ti), escucha música, ve un capítulo de una serie, platica con alguien, medita, lee un libro, recuéstate.

Aprovecha la ayuda de las personas que tengas a tu alrededor. Que no te de pena si llega alguien a visitarte pedirle que prenda la lavadora, esterilice biberones si los usas, te preparen algo de comer, vayan a la planta baja por algo que necesitas.

¡Hay esperanza! La DPP es tratable y la detección temprana marcará una gran diferencia.

Mi consejo para las visitas son:

No juzgues. Tampoco compares, critiques o platiques experiencias que parecen historias de terror o casos de éxito. Aquí también entra el evitar hacer comentarios sobre el bebé, sus rasgos, facciones y obviamente evitar hacer comentarios negativos hacia la madre.

Se breve. No llegues como una visita en toda la extensión de la palabra a sentarte a que te atiendan, los papás están cansados y tienen que ser corteses. Ofrece tu ayuda a los padres en alguna labor.

Cuida a tu amiga. Si eres amiga de la nueva mamá, interésate por como se siente, llámala en ocasiones solo para saludar.

¡Hip hip hurra! Se empático(a) y dale ánimos a la nueva mamá. Se empátic(a) y dale ánimos al papá.

Si no has tenido hijos, no te asustes, yo lo describo como un momento del tamaño de una migaja de pan dentro de la dicha y la alegría que es la llegada de un bebé a casa.

En este link de APA ((American Psychologycal Association) en donde encontrarán más información sobre la depresión postparto, los síntomas, riesgos etc. https://www.apa.org/pi/women/resources/reports/postpartum-depression-spanish.pdf


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