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Mis raíces se reafirman bajo los escombros


Para el 15 de septiembre pensé en escribir algo sobre mis raíces mexicanas y lo mucho que me apasiona nuestra cultura. Básicamente quería hablar de las maravillas que tenemos como país como los pueblos mágicos, las ruinas, las playas, la gastronomía, los colores, las tradiciones y la gente.

Después pasa lo de Mara Castilla una joven con toda una vida por delante y que un asesino perverso se la arrebató. Me detengo a pensar bien que escribir pues como a todos, me gustaría que ninguna mujer sea asesinada, que las mujeres no corramos riesgo al viajar solas, que no seamos juzgadas por la hora en la que decidimos volver a casa, la vestimenta que llevamos, el lugar que visitamos, con quien salimos. Quería escribir sobre la igualdad y que quiero luchar porque llegue el día en que una mujer se sienta segura al estar rodeada por hombres, como se sienten ellos seguros al estar rodeados por mujeres.

Cuando estoy por escribir eso, sucede el terremoto del 19 de septiembre y entonces todo se queda suspendido en el aire.

Mi hermano estaba de viaje de trabajo en la Ciudad de México y estaba en una reunión en la colonia Roma a la hora del temblor. Gracias a la tecnología supimos inmediatamente que estaba bien, que desalojaron el edificio en el que se encontraban pero que al parecer se habían caído edificios porque había mucho polvo y caos. Entonces comenzó su peregrinar junto con sus compañeros hacia todos lados y hacia ningún lugar, pues caminaban hacia un lado y les pedían retirarse por fugas de gas, caminaban hacia el otro y era lo mismo. Así pasaron 6 horas de estar con la incertidumbre de como volvería a su casa que se encuentra en Querétaro y por fin a las 7:00 pm nos avisó que un Uber lo llevaría a su hogar.

En el momento que nos escribió: "Ya llegué a mi casa", mi cuerpo liberó la tensión y lloré, lloré de alegría porque él estaba bien, pero también lloré de tristeza por ver todas las vidas que se apagaron y por los que aún estaban desaparecidos. Lloré desconsoladamente por los padres del colegio Enrique Rébsamen, por la gente de CD.MX., Morelos y Puebla, así como los de Oaxaca y Chiapas que aún siguen llorando a su gente.

Después de varios días de no tener ganas de escribir he decidido hacerlo porque vuelvo al escrito inicial, mis raíces, las tuyas y las de todos los mexicanos se reafirman (no digo surgen porque no estaban perdidas) bajo los escombros.

Hoy nuestro México ha demostrado otra vez la esencia de su gente, que somos solidarios. Hay personas como una mamá del colegio Rébsamen que acudió a un canal de noticias que transmitía afuera del colegio para interceder por la familia de la señora de limpieza que estaba desaparecida y muy probablemente estaba bajo los escombros y a pesar estar viviendo el dolor de perder a su pequeña, se paró y acudió al lugar en donde se apagó la vida de su hija para pedir que se detuviera la demolición del lugar y que la ayudaran a entregar el cuerpo a los familiares para que como ella, pudieran despedirse. ¿Por qué lo hizo? Por ayudar a otra persona, en este caso al esposo de la señora desaparecida.

El fotógrafo de Morelos que perdió a su esposa y a su bebita también bajo los escombros, está buscando al soldado que encontró los cuerpos para agradecer el haberle dado la oportunidad de despedirse de ellas y por haber sentido la pérdida como si fuera su hija.

La gente ayuda al de a lado solo por el hecho de ayudar, sin pedir nada a cambio. Lloramos cada pérdida como si fueran nuestros familiares, enviamos víveres y ropa porque sabemos que alguien lo necesita, los negocios abren sus puertas para prestar los baños, alimentar o simplemente prestar electricidad al que necesite recargar la batería de sus dispositivos. Hacemos mano-cadena para rescatar a alguien en peligro, formamos vallas humanas para transportar escombro y ayuda por igual el señor de 92 años como el niño de 5 años.

Este es mi México un país que saca la casta ante la adversidad, que lucha, que no se deja vencer, que da un ejemplo a todo el mundo, que se organiza para que todos reciban ayuda, que exige ser escuchado, que llora cuando es necesario, pero aplaude y canta cuando lo hemos logrado.

Este es mi México en el que todos los mariachis se reúnen a cantar "El viajero: México te llevo en el corazón" al unísono y dejarnos sin aliento, en donde vecinos de todos los estados hacen de cualquier lugar un centro de acopio y envían de forma particular la ayuda. Es mi México en el que se agotan las palas y los cascos porque todos salen a remover escombro, pasan más de 36 horas sin comer y sin dormir por ser brigadistas, en donde el señor que vende tamales prefiere no ganar un peso pero donar su producto al que tenga hambre, en donde el señor que hace tacos al pastor lleva su puesto y ofrece alimento de forma gratuita para sus paisanos y las señoras preparan alimentos y mandan a sus hijos a repartir comida y café a los que están trabajando.

Mi México esto eres: un país lleno de colores que nos alegran los días, de momentos que nos hacen vibrar, de lugares que nos sorprenden con su belleza, de tradiciones que seguimos admirando y adoptando, de comida que cuando estamos fuera extrañamos, de gente alegre, servicial, valiente y fraterna, de canciones que nos hacen derramar lágrimas y de culturas diversas que nos hacen quedarnos con la boca abierta al estudiarlas y ver de lo que nuestros ancestros fueron capaces.

Este terremoto nos hizo recordar el alma de nuestro país, de nuestra gente y darnos cuenta que cada estado con sus acentos, modismos y comidas típicas tenemos algo en común: Somos mexicanos. #FuerzaMexico y #TodossomosMexico son solo una muestra de esta unión.

Hoy vuelvo a creer en la humanidad ya que con los últimos huracanes Harvey e Irma, vimos a nuestros vecinos estadounidenses actuar de la misma forma y unirse para apoyar al de a lado. Hoy vuelvo a creer que la esencia del ser humano es vivir en comunidad, en la importancia del vínculo social y en la creencia de que somos más los buenos.

Envío luz y mis oraciones a la familia de Mara y de todas las mujeres y niñas que han perdido la vida de esta forma, a las familias afectadas por los desastres naturales, a las familias que perdieron a alguien por esto, a aquellos que se quedaron sin nada. Hoy doy gracias por mis raíces, por mi país y porque mi hermano esté vivo.

Con amor, Gabriela.


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