"Quisiera verte una vez más, abrazarte y disfrutar de este último momento en el que pueda tocar tu cara, tus manos, besar tu mejilla y aspirar tu aroma. Quisiera platicar contigo una vez más y volver a aprender de ti. Quisiera que ese momento durara para siempre y se quedara grabado para siempre en mi corazón". GH
Sabemos que la muerte es algo que a todos nos llegará en algún momento y a lo largo de nuestras vidas, poco a poco nos vamos enfrentando a ella cuando personas cercanas a nosotros empiezan a irse. Sabemos también que puede pasarle a cualquiera, pero asumimos el orden de las cosas y creemos serán primero los bisabuelos, después los abuelos, luego los papás, algún día nosotros y después nuestros hijos.
En mi familia viví muchas muertes durante mi niñez y algunas incluso pasaron antes de que yo naciera, marcaron a mi familia, como la muerte de mi hermana mayor, la primera hija de mis papás, falleció cuando tenía 1 mes y medio de vida.
Cuando comencé a escribir una lista de temas de los que quería hablar, anoté este título en el cual iba a hablar de la muerte y del proceso de sanación. Pensé en dedicarlo a todos los que se me han ido, sin embargo, quiero dedicárselo a una personita muy especial, al cuál llamaré M y que falleció el pasado mes de diciembre con tan solo 5 años de edad.
M era un niño muy carismático que a todos los que tuvimos la dicha de conocerlo, nos robó el corazón. Mi hija se refiere a él como su mejor amigo en la vida. Se conocieron a los 2 años y siempre tuvieron un vínculo especial. M era un niño simpático, extrovertido, directo, noble, en constante movimiento y con una energía que parecía interminable. Era un niño al que nos imaginábamos verlo crecer junto a nuestros hijos, lo sentíamos parte de nuestra familia y que en lo personal, me lo imaginaba de joven acompañando a mi hija a alguna fiesta, viniendo a comer a nuestra casa o solo a pasar el rato.
Hoy cumple dos meses de haber partido y duele, duele mucho. Duele pensar las cosas que le faltaron por hacer, las experiencias que le faltaron vivir, duele saber que dentro de su salón su silla está vacía, que sus compañeros lo extrañan, que mi hija lo extraña y que en ocasiones me pregunta por qué tuvo que pasarle eso si solo era un niño. Duele ver a mi hija llorar de vez en cuando, que todos los días rece y pida por él y porque lo cuiden "allá arriba". Duele ver que esta semana se despertó muy contenta porque soñó con él, soñó que jugaban y que se tomaban de las manos mientras corrían hacia unos juegos.
A él yo le decía "mi niño" y tuve la dicha (gracias a una persona muy especial que lo hizo posible) de decirle lo mucho que lo quería y lo especial que era para mi. Así que ahora me quedo con esa carita hermosa y esos ojitos viendo a los míos atentos y emocionados por lo que "la mamá de C" (como él me decía) sentía por él.
Sin embargo, estamos tratando de darle sentido a esta pérdida. Tratamos de valorar el por qué llegó M a nuestras vidas y lo que aprendimos de él. Tratamos de explicarle a mi hija que la muerte es un proceso natural dentro de la vida y que no necesariamente debe seguir un orden cronológico. Tratamos de que lo vea como parte de la vida para que así, disfrute al máximo la suya. A los que tienen hijos, les recomiendo la película del Libro de la vida, que habla sobre la tradición mexicana de celebrar el día de muertos el 2 de noviembre. A nosotros nos ayudó mucho para que ella lo procesara pensando que su amigo siempre estará en la tierra de los recordados, como le llaman en la película al lugar a donde van las almas.
Digo que estamos tratando de darle sentido porque nunca es fácil decir adiós y despedirnos de los que queremos. Es un proceso que lleva tiempo y es un proceso que se llama duelo.
El proceso de duelo, es un camino que debemos de recorrer para sanar la pérdida de un ser querido, así lo explica Elisabeth Kübler-Ross y se divide en 5 etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Se las explicaré hasta el final del artículo para no perder la inspiración.
He escuchado muchas veces esta frase y para mi, es muy cierta: "Nunca olvidas a la persona, solo te acostumbras a la ausencia".
Se vale llorar, se vale cuestionar, se vale extrañar, pero también se vale y se necesita seguir viviendo, continuar nuestro camino. Tenemos que aprender poco a poco, a vivir en esta nueva realidad.
En lo personal, quiero y me gusta creer en el poder de los sueños y que cuando los encontramos ahí, fue un momento mágico en donde pudieron escaparse un ratito para venir a visitarnos. Me gusta creer que cuando nos morimos, nuestra alma está en un lugar en donde estamos felices y tranquilos. Me gusta pensar que algún día nos encontramos con nuestros seres queridos y que ahí podremos abrazarlos otra vez.
A mi niño M, quiero darle las gracias por haber sido una personita tan especial. Yo creo que su misión en la vida fue hacer que todos los que lo rodeamos sintiéramos un instinto paternal o maternal siendo o no padres, un instinto de protección y nos sintiéramos atraídos hacia él como un imán porque de seguro nos haría reír con alguna de sus ocurrencias y de paso nos haría sentir una inmensa ternura.
Las personas que se me han ido mi hermana, mis abuelitos, familiares, amigos, conocidos que, aún los pienso y trato de aplicar en mi vida alguna enseñanza que dejaron y que se quedó aquí grabada. Sé que ellos están en un lugar mejor y confío en que algún día nos volveremos a encontrar.
Con amor, Gabriela.
Aquí les comparto a manera informativa, las fases en las que se divide el duelo. Conocerlas nos puede servir para identificar en cuál nos encontramos si es que hemos perdido a alguien y a entender que como parte de un proceso de sanación, debemos de tener paciencia pero también, debemos de aferrarnos a la vida que aún tenemos y a todo lo que nos falta por vivir.
FASES DEL PROCESO DE DUELO
Negación. Negar la realidad, negar lo que pasó, no aceptar que la persona se ha ido. Es importante destacar, que si la persona pasa mucho tiempo en esta etapa puede ser perjudicial por no querer aceptar lo sucedido y puede desencadenar algunas enfermedades.
Ira. Es la protagonista en esta fase y se puede sentir o hacia la persona fallecida, hacia uno mismo, hacia las personas que nos rodean. Es en donde sentimos que no es justo esto que nos está sucediendo y cuestionarnos por qué nos pasó a nosotros.
Negociación. Es cuando pasamos la mayor parte del tiempo intentando volver a atrás, a la vida que teníamos antes, pensando que nuestro ser querido pueda volver en un intento desesperado por calmar el dolor por esta pérdida que tuvimos. Este mecanismo de defensa nos puede llevar a sentir culpa o remordimiento por las cosas que hicimos o dejamos de hacer.
Depresión. Es la fase en la que pasamos al presente y dejamos atrás el pasado, pero es en donde percibimos la ausencia y sabemos que la persona no volverá. En esta etapa podemos buscar el aislamiento social, sentir miedos, tristeza. Es cuando preferimos pasar más tiempo dormidos para negar la realidad y podemos estar más irritables. Es importante destacar que aunque la fase se llame depresión, no es una enfermedad, es una respuesta a la pérdida y hay una salida.
Sanación. Aceptamos la pérdida y entendemos que debemos de seguir viviendo. Aceptamos que no es un castigo, dejamos de cuestionar por qué tuvo que pasarle eso y simplemente lo asumimos como parte de la vida.
Por más que duela, debemos continuar nuestra vida pensando que ellos así lo querrían.