Leí un artículo hace poco que hablaba sobre la ruptura que hay cuando dos amigos se separan y me dejó pensando mucho en eso. ¿Cómo se le llamaría a eso? ¿Ruptura amistosa?, ¿Desamistad?, ¿Ex-amistad?
Ese momento es muy triste e injustificado ante los ojos de las demás personas. No es lo mismo que le expliques a los demás que estás triste porque terminaste con tu novio, te divorciaste, se murió tu mascota, te quedaste sin trabajo, se canceló el viaje tan planeado, a decirles: Rompí con mi mejor amigo(a) y ya no nos hablamos.
¿Por qué si todos los duelos están justificados, el de la amistad no?
Debería esto de poderse vivir igual que una ruptura amorosa, con llanto, botes de helado, canciones dolorosas de fondo, encerrarse a ver películas de mejores amigos, ver fotografías de todos los momentos que pasaron juntos y tener el apoyo y soporte de otra(o) amiga a tu lado. Bueno, si llegamos a hacer todo eso, pero no lo puedes gritar a los cuatro vientos y ser tan comprendido.
Se debería de poder avisar a los demás: "Cuidado, ella está triste porque terminó con su mejor amiga(o) para siempre" y la gente entenderte y apoyarte sin hacer más preguntas.
Cuando ese mejor amigo es del sexo opuesto, entonces debes/tienes que ocultar aún más lo que sientes ya que si lo dices abiertamente, las personas piensan que lo que en realidad sentías era amor. Comienzan a hacer historias al estilo telenovela o culebrón como le dicen en España y a decir que una relación de amistad hombre-mujer no puede existir sin haber atracción, amor de por medio. En mi experiencia si se puede tener una relación de amistad con alguien del sexo opuesto sin sentir atracción, gracias, continuemos.
A lo largo de mi vida he tenido amigos que de un momento a otro, por diferentes causas, se bajaron en la siguiente estación, algunos sin decir adiós, otros despidiéndose y a otros yo los invite a bajar. Algunos fueron muy especiales, tanto que marcaron mi vida y tardé muchos años en dejarlos ir, porque seguía sin poder entender lo que había pasado, porque terminamos así, si habíamos imaginado estar siempre juntos. Platicábamos imaginándonos en el futuro estar en primera fila el día que cada quién se graduara, se casara, el día que nacieran los hijos, imaginábamos que nuestros hijos crecerían juntos, que haríamos muchos viajes en familia y envejeceríamos juntos.
Leí también algo muy cierto que me ayudó a comprender porque dolió tanto (disculpen si no pongo la referencia pero era el comentario de un lector de esa publicación) y decía que, las rupturas que más nos dolieron probablemente es porque éramos más jóvenes. ¡Qué cierto es! Me di cuenta que cuando se es más joven, se ama de una forma diferente, una forma más ingenua, más sincera, más interna, porque tu corazón está expuesto totalmente, no tiene tantas ataduras, tantas capas que lo protejan, no hay sensores de peligro, ni alarmas de seguridad. Es como si amaras con cada uno de los poros de tu piel, es como si abrieras tu corazón, no, es como si sacaras el corazón de tu cuerpo y lo confiaras totalmente a esa persona.
Cuando ese amigo(a) se va, te cuesta mucho tiempo sanar, pegar los pedazos, a veces hasta te cuesta volver a dar a alguien ese lugar, esa importancia en tu vida.
Es como si pusieras sobre la mesa diario la cantidad de platos necesarios para las personas que comerán contigo y cuando uno de ellos ya no viene más, continúas poniendo el plato, esperando a que vuelva. Si llega un invitado nuevo, lo recibes y lo invitas a pasar, más no le permites que se siente en ese lugar, porque ese lugar aunque esté vacío, está ocupado. Prefieres poner un plato más para el nuevo invitado o reencuentro y dejas el otro ahí en la mesa, por si vuelve.
Algunos hasta aquí dirán que es lo mismo que una relación de pareja, pero no lo es. El sentimiento es distinto, incluso porque probablemente ese mejor amig@ realmente sabía absolutamente todo de ti y lo supo más rápido que tu pareja con la que en un principio querías quedar bien y solo mostrar tu lado angelical, simpático y amable.
Rupturas como estas, junto con las de relación de pareja, son las que nos hacen consciente o inconscientemente colocar esas capas, alarmas, sensores de peligro y ser más meticulosos al elegir amigos.
Si estás pasando por algo similar, solo puedo decirte, ya pasará. Llegará un día en el que dejes ir a esa persona, retires el plato de la mesa o por fin lo cedas a alguien más. Llegará el día en el que recuerdes con cariño a esa persona y agradezcas cada momento que vivieron juntos, porque créeme que de cada aprendemos algo.
A mis amigos, los que fueron los mejores, a los que los quise más que a nadie y ya no están, les digo gracias! Recuerdo los momentos que vivimos y a pesar de todo el dolor que sentí con su partida, si volviera a vivir, volvería a elegirlos porque fueron parte fundamental en esa etapa de mi vida.
A mis amigos, los que solo estuvieron de paso también gracias! Porque su presencia en ese breve momento, hizo la vida más divertida. A los que se fueron enojados o dolidos, lástima que no pudiéramos tomarnos una copa, reparar el daño, solucionarlo o decirnos hasta pronto.
A mis amigos los que siempre han estado o aquellos que la vida nos llevó a tomar caminos distintos pero con el paso del tiempo nos reencontramos, son los que llamo los de verdad. A este grupo claro que también le doy las gracias y también festejo y aplaudo cada uno de sus logros. Doy gracias por tenerlos, por ser testigo y compañera de sus vidas, por lo que me enseñan y ¡por lo bien que lo pasamos! Ustedes son una extensión de mi familia, pero a ustedes a diferencia de mi familia, yo los escogí y tienen su lugar en mi mesa.